Nacer
Todo era oscuro a su alrededor. De pronto se sobresaltó. Había escuchado a lo lejos la risa de un recién nacido…
“¿Qué debo hacer?” le preguntó a la Luna. Por un largo rato sus ojos se posaron sobre la cara iluminada de su acompañante nocherniega hasta que sus ojos se humedecieron sin remedio. No sabía si era debido a tener su vista fija en el oscuro cielo o por la desolación que le devastaba por dentro.
“Respira” escuchó de pronto. Con sorpresa miró a un lado y luego al otro, buscando quién pudo haberle susurrado. “Nadie. Qué extraño. No hay nadie”. Únicamente le acompañaba la brisa que tejía sus murmullos entre las ramas.
“Respira” volvió a escuchar. Sentía la brisa fresca acariciar sus finos cabellos.
Dejando que su intuición le guiara, respiró. Profundamente primero, para luego abandonarse en una larga exhalación. Alzó nuevamente su mirada hacia el cielo estrellado. Su sangre fluía como un torrente incontrolado y rebelde. Era como si cada diminuta lucecita, de ese oscuro techo abovedado, recorriera todas sus fibras.
“¿Qué debo hacer?” volvió a preguntarle a la Luna, al mismo tiempo que una nube la ocultaba para dejarlo todo envuelto en una penumbra absoluta. “Cree” dijo la voz. El temor a lo desconocido le atenazaba. “¿Cómo creer si no sé en qué creer? Tengo dudas”. Trataba de atisbar algo que le brindara calor, seguridad, confianza. Cerró los ojos y se recordó de respirar. Un sosiego le embargó y comprendió. “Más que creer debo tener fe”. Sintió una calidez sobre el rostro y supo que la Luna se había librado de la nube que la envolvía y resplandecía nuevamente. Un estado de exaltación le cubrió por completo.
El jolgorio del recién nacido volvió a oírse a lo lejos y escuchó la voz decir: “Vive”.
No pudo contener la sonrisa que brotaba en sus labios al percibir la brisa arrastrar las palabras de la Luna hasta sus delicados oídos: “Respira, aunque duela. Cree en la magia, aunque desvanecerse pareciera. Vive en la esperanza de la luz, aunque añores la soledad a tu vera”.
La pequeña hada, nacida con la primera risilla del recién nacido, levantó el vuelo de su cama de flores…