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Gris

El sol se colaba entre las hojas dejando ver destellos de colores y sombras. Los pajarillos cantaban y trinaban las más dulces armonías, compartiendo el contento que alborozaba sus pequeños corazones por la llegada del nuevo día. El lobezno gris, sin embargo, caminaba cabizbajo y sin ánimos por entre los árboles verdes y llenos de vida del bosque. Su padre, el gran lobo gris, lo halló sentado en un risco que dominaba la más esplendorosa vista que ojo alguno jamás viese. Por debajo se oía el murmullo del río que desfilaba desde las altas montañas blancas.

Durante un tiempo, ambos observaron al sol naciente repuntar a lo lejos mientras su cálida luz les envolvía. El lobezno sentía la fuerza y la serenidad que emanaba su padre, y esto le hacía empequeñecer aún más ante sus tribulaciones.

-Padre –dijo el cachorro, -hay algo roto en mí.

El gran lobo gris lo observó con su quieta mirada, como invitándole a seguir. –Yo…, yo no sirvo para ser un lobo… Menos aún el líder de nuestra manada.- Acto seguido, se echó en el suelo sintiendo que la vergüenza lo asfixiaba.

Para sorpresa del pequeño su padre sonrió sin dejar de verle cariñosamente. –Veamos hijo mío, ¿qué te hace pensar que no eres digno de liderar nuestro clan cuando ya yo no esté?

El lobezno se sentó sin saber por dónde comenzar. Veía el agua del río correr sin que nada le detuviese, y las aves remontar su vuelo sin temor a lo que pudieran encontrar más adelante. – ¿Por dónde comenzar Padre? Sencillamente no lo sé.

-Entonces, ¿si es tan sencillo, cómo es que sabes que no sirves para ser lobo y a la vez no lo sabes?

El cachorro se sintió más avergonzado con la pregunta de su padre, sintiéndose confirmado en su minusvalía. –Es que… no soy lo suficientemente valiente. No deseo hacerle daño a otras criaturas. Muchas veces comprendo cuando otros están tristes, y siento una alegría inmensa en el corazón cuando veo todo lo que me rodea. Y sé que para ser respetado debo ser fuerte, implacable y fiero.

-Comprendo -dijo su padre asumiendo una expresión severa. -¿Y tú crees que yo soy el jefe de nuestro clan porque soy inclemente y despiadado?

El pequeño no respondió. –Hijo mío, ser el líder no es fácil. De hecho, ser quién debes ser no es fácil…, a menos que, en primer lugar, estés dispuesto a aceptarte tal y cómo eres. Además, el coraje y la valentía no deben confundirse con crueldad y salvajismo.

El lobezno, confundido, veía a su padre. – ¿Pero no somos los lobos todo eso y con ello mantenemos nuestro poder en el bosque y las praderas?

El gran lobo gris fijó su mirada en las hermosas montañas blancas. –No hijo mío, no somos crueles ni salvajes. Tal vez eso es lo que se diga de nosotros, pero somos tan indefensos como el ser más pequeño. Todos somos parte de un balance… todos somos partes de este mundo, y sin esas partes uno está perdido, y viceversa, sin uno, los otros también estarán incompletos.

«Ser lobo, e incluso ser un líder, no implica que debas ser atroz ni brutal. Un lobo, en especial un jefe de clan, debe ser ante todo un guía para los suyos y, por qué no, para otros también.

«Fíjate, tú y yo no somos tan distintos como crees. Yo me percato de lo que sienten los demás, viéndoles, escuchándoles hablar, incluso con sólo oír el sonido de sus voces. Llego a entender lo que sienten, si están tristes, asustados, alegres. Esto me ayuda a comprenderles mejor y guiarles de la manera más pronta. Todos estamos indefensos en algún momento de la vida, por lo cual no debemos huirle a la tragedia o a la pérdida, y si vemos a cualquier ser sentir dolor podemos entonces estar con él, más aún cuando, de manera indivisible, formamos parte de la trama que es la vida a través de la energía que corre por todos nosotros.

«No debes sentirte avergonzado de admirar las cosas a tu alrededor. Más bien hónralas con tu gratitud por las bendiciones y abundancia que te brindan. Pide al Universo por el bienestar y la salud de todos, aunque no haya una ganancia de por medio, porque sin ellos no somos nada.

«Por eso no debes avergonzarte de tu sensibilidad y amor para con el mundo que te rodea».

Esta es tu historia, abrázala y cuéntala.

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