Crees Saber
Hay quienes creen pretendiendo tener fe. Hay quienes saben, y con ello son completos.
¿Creer o no creer? ¡Qué diferente es a saber!
¿Crees que el sol repuntará todos los días? «¡No!», me dirás. «Yo no creo. Yo “sé” que despuntará todos los días». Y te pregunto, ¿qué es lo que realmente sabes? ¿Lo que puedes ver? ¿Lo que puedes tocar? O mejor aún, ¿lo que puedes explicar?
¿Sabes quién soy? ¿Sabes quién eres?
Los eones me han ilustrado que hay cosas que, por no creerse, no distan de ser ciertas.
Entonces, ¿qué hacer ante los misterios de la vida, de la ciencia, del alma?
Tú puedes verme, aunque ya no exista. Con tus ojos me acompañas en un viaje que ya no es. Sí… el misterio perpetuamente nos acompaña. Reconócelo, abrázalo y coexiste con él. Cuando estás junto al amor de tu vida, cuando educas a un niño, o al aventurarte en un nuevo trabajo sientes terror y miedo… y tal vez pienses que a la larga tu arrojo y energía se verán recompensados, incluso que alcanzarás a entender qué ocurrió durante el camino. Sin embargo, no serán las explicaciones las que te harán seguir adelante o prosperar, sino tu voluntad de continuar. Y la única manera de saber es saltando y sumergiéndote. ¿Y cuál podría ser el significado de todo esto? El gran misterio de lo frágil que es nuestra existencia. Tal vez es lo que nos une. Tal vez es por ello que dependemos los unos de los otros, incluso para las cosas más pequeñas, creando una correlación y una correspondencia que, de ser verdad, entonces todo es posible en este mundo, en este Universo.
Puede que me digas: «No tengo miedo a las dificultades. Lo que me aterroriza es el compromiso de elegir un camino, porque no sabría si otro sería el indicado». ¿Pero y yo? Ya no puedo sentir temor porque mi camino ya ha sido transitado, ¿pero y tú?
No se trata de abandonar otros caminos sino de correr riesgos, seguir ciertos caminos y abandonar otros. Hay personas que siguen los caminos tan solo para caer en cuenta que no valen para ellas. ¿Pero sería esto lo peor? Lo peor es tener la elección, optar por ella y pasarse el resto de la vida pensando si se decidió bien. No hay quien sea capaz de escoger sin miedo… ni siquiera yo que elegí un camino que ya no es.
No obstante, ésta es la ley de la vida.
Todos nuestros antepasados, todos los grandes maestros han tenido las mismas cualidades y los mismos defectos que todos nosotros, ¿por ello habrías de juzgarte peor? No dejes que el orgullo te destruya haciéndote creer que eres tan diferente. Todos provenimos del mismo polvo de estrella. Todos somos parte de la misma energía cósmica. Todos somos el Universo… te lo digo yo, esa estrella que aún ves en el cielo pero que hace millones de años ya no existe más.
